Después de pasar unos días
increíbles en el pueblo de Muang Ngoy, aunque me hubiera quedado muchísimos
más, decidí seguir al resto de viajeros con los que había estado hasta
entonces. Como ya he explicado anteriormente,
a veces es duro quedarse solo en el camino, aunque estés cómodo y el
sitio te guste, algunas veces uno necesita cambiar o variar los planes por
poder disfrutar un poco más de la compañía de gente que conoces de muy poco
tiempo y con las que has compartido una corta e intensa amistad, una confianza
e incluso una confidencia o dos.
Bajamos por el rio Nam Où durante
40 minutos desde Muang Ngoi y llegamos a la primera señal de civilización desde
que habíamos salido de Muang Khua hace casi 1 semana, un puente de hormigón
enorme. Nos bajamos en el mini desembarcadero y en la zona de espera de los
barquitos nos encontramos con unos chicos franceses que había conocido un par
de noches antes en Muang Ngoy, una de las chicas, China-Vietnamita, hablaba
perfecto español y me explicó que ellos continuarían hasta Luang Prabang, a
unas cuantas horas en barco siguiendo por el rio. Nos recomendaron un hostal
que decían era barato y limpio, al otro lado del rio, por lo que fuimos
directamente para allá.
Al llegar, Sarah y yo nos cogimos
una habitación con 1 cama doble, mientras que Adriá, Linda y Janne compartieron
la otra habitación que había libre, con 2 camas simples. En el hostal, nada mas
llegar, conocimos a Fred, un francés de Niza, que viajaba con una bola de
contacto (estas bolas de cristal o metacrilato, donde con un juego de manos
parece que la bola está flotando en el aire), y un slack line (cuerda de
equilibrio, como una cuerda floja). Fred era amigo del grupo de los franceses
que nos habíamos cruzado en el desembarcadero, y como iba solo se juntó a
nosotros. Ese mismo dia aprovechamos
para ir a comer, intentar conectarnos a internet, y sobre todo conseguir POR
FIN, sacar algo de dinero, ya que estábamos en las minimas y rascando de
bolsillos para pagar en Muang Ngoy.
Por la tarde decidimos irnos todos a caminar un poco, nos habían contado que había unas cuevas no muy lejos de ahí, caminando por un camino de tierra que subía al lado del rio, en direccion a Muang Ngoy. Cruzando campos de arroz, bananeros y tabaco, subimos por la montaña hasta entrar en una de las antiguas cuevas que fueron utilizadas por los soldados de Laos durante la guerra secreta contra EEUU. Como prueba incluso habían dejado a propósito una antigua metralleta, rota en dos piezas, la cual pesaba MUCHO, y con carteles explicaban para qué servía cada galería de la cueva. Después de estar por ahí un rato, quisimos asegurarnos y bajar de la montaña y llegar al camino antes del anochecer, para evitar perdernos y tener que caminar en la oscuridad total del camino. Tuvimos suerte, ya que a mitad de camino, una furgoneta como de cristalero (pero sin la estructura) aceptó llevarnos a los 6 en la parte de atrás, por lo que llegamos súper rápido y sin problemas. Esa misma noche cenamos en el hostal, y conocimos a dos parejas, una de australianos y la otra de americanos, que viajaban semi-juntos, gente increíblemente simpática y abierta. Uno de ellos, el chico de Australia, bebía whisky con serpiente. En esta zona de Asia, aunque supongo que en todo Asia será así, es muy común encontrarse whisky con una serpiente dentro de la botella. En este caso se trataba de una pequeña cobra. Al parecer, al macerar el reptil en cuestión, se liberan ciertos jugos, y el proceso del alcohol coge un sabor difícil de explicar. Acepté su oferta y probé el alcohol en cuestión, y debo decir que me supo bastante bien; fuerte, pero con buen sabor. Antes de irnos a dormir, decidimos que al dia siguiente nos iríamos todos por la mañana, en el barco de la mañana, en dirección a Luang Prabang, probablemente la ciudad más conocida de Laos, patrimonio de la humanidad por la UNESCO y uno de los puntos más visitados de Laos. Bajaríamos por el rio Nam Où, y entroncaríamos con el rio Mekong, un viaje de unas 6 a 8 horas, hasta llegar a nuestra siguiente parada.
Por la tarde decidimos irnos todos a caminar un poco, nos habían contado que había unas cuevas no muy lejos de ahí, caminando por un camino de tierra que subía al lado del rio, en direccion a Muang Ngoy. Cruzando campos de arroz, bananeros y tabaco, subimos por la montaña hasta entrar en una de las antiguas cuevas que fueron utilizadas por los soldados de Laos durante la guerra secreta contra EEUU. Como prueba incluso habían dejado a propósito una antigua metralleta, rota en dos piezas, la cual pesaba MUCHO, y con carteles explicaban para qué servía cada galería de la cueva. Después de estar por ahí un rato, quisimos asegurarnos y bajar de la montaña y llegar al camino antes del anochecer, para evitar perdernos y tener que caminar en la oscuridad total del camino. Tuvimos suerte, ya que a mitad de camino, una furgoneta como de cristalero (pero sin la estructura) aceptó llevarnos a los 6 en la parte de atrás, por lo que llegamos súper rápido y sin problemas. Esa misma noche cenamos en el hostal, y conocimos a dos parejas, una de australianos y la otra de americanos, que viajaban semi-juntos, gente increíblemente simpática y abierta. Uno de ellos, el chico de Australia, bebía whisky con serpiente. En esta zona de Asia, aunque supongo que en todo Asia será así, es muy común encontrarse whisky con una serpiente dentro de la botella. En este caso se trataba de una pequeña cobra. Al parecer, al macerar el reptil en cuestión, se liberan ciertos jugos, y el proceso del alcohol coge un sabor difícil de explicar. Acepté su oferta y probé el alcohol en cuestión, y debo decir que me supo bastante bien; fuerte, pero con buen sabor. Antes de irnos a dormir, decidimos que al dia siguiente nos iríamos todos por la mañana, en el barco de la mañana, en dirección a Luang Prabang, probablemente la ciudad más conocida de Laos, patrimonio de la humanidad por la UNESCO y uno de los puntos más visitados de Laos. Bajaríamos por el rio Nam Où, y entroncaríamos con el rio Mekong, un viaje de unas 6 a 8 horas, hasta llegar a nuestra siguiente parada.