BARRA DE PESTAÑAS

11 nov 2011

30- Octubre 2011-. Varanasi. Estado de Uttar Pradesh. INDIA.


El dia comenzó tranquilo, el viaje en tren y el ajetreo de la tarde para encontrar el guest house nos dejó destrozados, por lo que dormimos hasta tarde. Me levanté y me fui a desayunar, Alon y yo nos hemos cogido habitaciones separadas ya que había espacio y la diferencia de precio era mínima. En el restaurante me encontré con Volkam y Serhan, los amigos turcos que nos llevaron al guest house la noche anterior, nada especial en eso, aparte de 6 geckos repartidos por la pared  y un par de ratones que correteaban por el salón donde comíamos nuestro desayuno, al principio impresiona, luego te hace gracia y todo.
Antes, caminando hacia el restaurante, en Assi Ghat, pude comprobar que Varanasi no iba a ser nada parecido a lo que había vivido hasta ahora en India,llegaba a la India profunda, la meca del espiritualismo hindú, y sin duda la ciudad más grande en la que me iba a quedar hasta ahora. El ambiente se notaba cargado con intensidad, ayudado por una neblina constante y un olor a brasas de basura quemada, nada distinto de los muchos sitios que he visto en India hasta ahora, pero al mismo tiempo nada igual tampoco, esta ciudad tiene algo distinto de cualquier ciudad del mundo, cuando lo sepa, lo podré explicar mejor.Antes de nada explico un poco sobre Varanasi (llamada también Benarés o Kashi), y lo primero que os cuento es que Mark Twain escribió una vez que Benarés es más vieja que la historia, más vieja que la tradición e incluso más vieja que la leyenda, y el doble de vieja que todas ellas juntas; su historia data de 1400 AC.  La ciudad de Shiva, bañada por el Ganges, es uno de los puntos más sagrados del hinduismo, por lo que recibe constantemente la visita de peregrinos, hombres santos-sadus, turistas y gente que viene a ser cremada en el Ganges. Se dice que aquel que sea cremado en el Ganges recibe Moksha, la liberación del ciclo de reencarnaciones, lo que supondría que el alma podría por fin descansar en el Nirvana hasta el fin de los tiempos, la meta de todo hinduista. Para los locales, el Ganges es fuente de vida, ya que es el agua que beben, les limpia y utilizan para cocinar, y de muerte al mismo tiempo, ya que es donde van a parar los muertos. Por una o por otra, siempre acaban en el Ganges. Es importante pensar también que antes de llegar a Varanasi, el rio ha recorrido ya 3/4 partes de su recorrido, antes de seguir en su camino hacia Calcuta y desembocar en el Oceano Indico, por lo que podemos decir que si antes de pasar por Varanasi el rio ya estaba sucio, imaginaros después de pasar por Varanasi. La ciudad está diseñada a lo largo del rio, dividida en Ghats (escaleras entrantes al rio, que van desde el 1 hasta el 80 (Assi), que sirven de orientación para dividir la ciudad en zonas. Los mas importantes de todos son Main Ghat ( en el centro de Varanasi) y Manikarnika Ghat (crematorio) aunque hay muchos y con distinta historia entre ellos.












El primer dia paseamos un poco después de desayunar, tampoco nada demasiado movido, conocimos nuestra zona y un poco de los ghats, pero volvimos pronto a la zona de Assi Ghat y al ghat contiguo, Tulsei Ghat, para ver un festival de Krishna que se celebraba ahí. El festival rememoraba la historia de cómo Krishna se subió a un árbol y se tiró encima de un diablo con forma de cobra de 7 cabezas, derrotándolo y salvando al pueblo.  Muchísima gente en el ghat, todos viviendo el evento como algo jamás visto, dejándose los pulmones con cada grito que les pedía el ritual, aplaudiendo y mostrando verdadera felicidad por la victoria del chico que actuaba de Krishna, parecia que su fervor religioso por fin salia a la luz como un gesto de rabia y necesidad de victoria, oir a tanta gente gritar y vitorear al vencedor, que era cargado por el Ghat a brazos, con el Ganges reinando toda la ceremonia, fue una experiencia sobrecogedora.

 Después de eso se nos hizo de noche, fuimos a cenar  y volvimos  al guest house, donde Serhan y un chico del guest house que tocaba Sitar desde hace ya 15 años nos amenizaron la noche. La música clásica hindú se basa en instrumentos que funcionan muho con frecuencias de sonido distintas a aquellos utilizados por los instrumentos de occidente,  está especialmente pensada para meditar, descansar la mente y no es difícil transportarse en los sueños mientras uno escucha los sonidos metalicos y relajantes de un sitar, o la profundidad del eco de una tabla, no tardé mucho en caer rendido del sueño. 

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